A Cristóbal
Te marchas sin retorno a los Estados Unidosun avión regresará y te traerá en su vuelo
pero no será retorno
ni quiero que regreses
porque así como el pájaro al terminar la migración
vuelve al acantilado
con rastros de un polen tan recóndito
que ni las rocas ni los elefantes marinos
lo reconocen por su nombre,
no debes tú volver
nunca de la tierra que te espera.
Quédate allá para siempre
que tu sangre tibia
se consuele bajo el abrigo negro de los callejones
que tu risa de pantano
descanse entre las secuoyas
que tu beso tan prudente
se pose cauteloso sobre el águila.
Vuelve
pero que no sea tu rostro meditabundo
el que descienda:
cúbreme con pestañas transparentes
para observar la leve danza
de tus pupilas.
Que vuelva tu voz en otra voz
que retorne tu cuerpo y no tu nombre
que esparzan tu sangre los volcanes
que tu risa brote aguda de los alerces
que el cóndor te cubra los labios
con sus gruesas plumas de derrumbe.
Y al encontrarte
como una aparición entre la gente
recógete bajo mis alas novedosas
siente mi graznido renacido
que me verás a mí también como llegando
y mi piel hecha el nido de la ausencia.
Vuelve con el murmullo de los pájaros
vuelve
con los ojos anegados de océano
vuelve
sólo no regreses nunca.
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