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Tierra firme

miércoles, 28 de diciembre de 2022

Para este desafío

escribiré sobre una palabra sin decirla,

el idioma se conduce

por la vertiente entre nosotros


toda ella es penumbra

nuestro aire es el sol cuando desaparece

y en el suelo de tinieblas

tus raíces y las mías se detienen


sin tocarse drenan un mismo cauce

aunque en el agua turbia no se note 

el torrente es distinto alrededor de sus esquirlas

en el mío rueda la gravilla entre los peces

en el otro, tuyo,

se detiene el sedimento para que se escondan

los cangrejos.


«Todo es submarino»

comenzando por el pasado que termina 

en la arenilla envolviendo tus manos con las mías 

bajo el agua

en un eco.


Cuando me golpea tu reflejo

me remuevo.


Si te toca mi rumor

te oscureces.


A lo lejos, con el tiempo,

¿crecerá el río en un desborde

arrastrado por el lecho que estiramos?


Así, sumergidos en silencio

pudiera yo igual sentirte cuando en un brote gris

se asome tu corteza humedecida.


Y pudieras tú también notarme

remeciendo a los peces desde la otra orilla.


En esta gran corriente

cada día más ancha

invocaremos un mar en el que hundirnos


en su extrañeza,

el frío es cálido si es un mismo frío,

el viaje subacuático

de un lenguaje indecible


no porque no haya palabras ya creadas

sino porque el agua es gruesa en la penumbra del ocaso

y el sonido no viaja sin oído

y las voces no nadan contra corriente.


Pero cuando llega a mis pies

descanso en el sueño del agua que tocaste

aunque tú ya duermes, 

sin decirme,

como si siempre hubieras sabido

que no hay palabra que cruce una tormenta.


Mi intento es más curioso,

como siempre,

recorrer el fondo del océano para girar mi liana

como un meñique

alrededor de tu parte más tosca

esperando que no se note

que no se sepa

que en ese vacío dos murmuros conversan

un adiós que no tiene fin.


28-XII-2022

Para Teo Feuerhake