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El daño

domingo, 7 de septiembre de 2008
Cuando llega la muerte
con sus grillos, con sus alas abiertas
cuando llega lo que se llama muerte
yo no me resisto
o a lo menos, digamos, resisto lo suficiente
lo necesario
para quedarme bien sentado
en la vereda de mi casa.

Pero es tan fuerte la muerte
con sus lagartos anchos
¡que yo no me quedo!
me largo de esta reja estrecha
del golpe
del ciruelo muerto
del olor de mis perros enterrados.
y la busco entre mis zapatos
cuando estoy dándole botes a una pepa de naranja
y la encuentro ahí con sus reptiles
con los ladrillos de mi pieza dos por tres

no sonríe
tampoco sostiene un cuchillo
yo la veo plantando un arbolito
o tejiéndose un chal
a veces me da un beso en las costillas
y casi siempre le respondo
con otro.

Pero otras veces yo me aguanto
sentado en la vereda
y la muerte está apagada y débil
yo la miro y le ofrezco un cigarro
ella no quiere besos
ni cigarros
le ofrezco un puñal viejo de mi padre
"¿y entonces qué?" dice
me lanza tierra en los ojos
y parte corriendo

Esas veces yo no salgo a buscarla
miro las nubes de mi casa
y cuando escribo mi nombre en la tierra
desarmo una fila de hormigas.