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El bosque es el límite de la tristeza

jueves, 27 de noviembre de 2014
Estábamos en 1974
un surco se abría en el deshielo
el silencio era el gesto del cierre
y en ese gesto se cerraban
tantas cosas.

Recuerdo el momento con ternura:
la luna sobre el bosque
era más grande que la palma de mi mano
mi palma también se cerraba
era 1974
y en la cima de la cordillera
de un huevo nacía un nuevo cóndor
mientras detrás de él
se cerraba la tormenta.

Ese año
todas las cosas se cerraron
mi mano
el firmamento
el corazón de una chinchillla que caía entre las rocas
el miedo
estábamos en 1974
bajo la tierra despertaban
cuatro mil millones de habitantes
muchas cosas ocurren
en cuarenta años
se cierran las ciudades sobre sí mismas
las praderas se oscurecen
el límite de los árboles 
se cierra sobre los ciervos
y entre sus troncos
se arrastra la tristeza. 

La tristeza surgió entre las costras del liquen
allá donde la luz no toca el silencio
y el hielo se amontona en el barranco;
la tristeza surgió ahí
y reptó silenciosa entre los agujeros de la tundra
cerró con su vientre los brotes del musgo
hasta 1974
y luego a mí
cuarenta años después
llegó el veneno de su escarcha.

Ésa es la tristeza
y esto no es 1974
hemos convivido en la distancia
cuando cierro los ojos
la tristeza se muestra
como un espectro
una grabación interminable
de una raíz agitada en la tormenta
el despertar de un ave entumecida
el silencio
por sobre todas las cosas
el silencio
que cubre con seda
el paso torpe de los bueyes

En 1974
la luna era del porte de mi palma abierta.

Hoy
hoy no es 1974
tengo los brazos ásperos por las algas
del volcán se han ido las cenizas
abro los ojos:

1974
el bosque es el límite de la tristeza
la luna se cierra sobre un barranco
y entre las rocas
un rayo de luz
abre el corazón de la chinchilla.