Me invitaron a subir el cerro
subamos el cerro este martes
desde arriba puedes ver todas las esquinas de Santiago
si te fijas los sombreros de las mujeres
se vuelan todos al mismo tiempo
los faroles de las calles parecen
las púas de una oruga que cabalga
en las ventanas se asoman peluches
que nadie sacudió
las voces se suman en un gran silencio
y aunque todos griten a la vez
allá arriba sus gritos son sólo pájaros.
Subamos el cerro
te hará bien para abandonar la rutina
de verte el ombligo y pensar
en todas las cosas que te agobian
como los nombres de las calles
las palabras que empiezan con
los restoranes que terminan en
el pasado que se despliega sobre
la piel que se resbala bajo
el pecho que se aprieta como.
Me invitaron a subir un cerro
y el panorama no podría ser más adecuado
no quiero pensar más en esto
ni en la tarde que sobreviene en su silencio
ni en el odio y la rabia y la extrañeza
que me provoca la despedida torpe
la promesa fútil
las palabras falsas que se dejaron caer.
No. No subiré el cerro
es verdad que la rabia
ha cerrado tantas heridas
que ya casi puedo olvidarlo todo
pero me gustaría sí dar un golpe de vuelta
ajustar las cuentas del camino
decir a la cara algunas cosas
un contraataque sutil
que reacomodara las piezas del tablero
y entonces retomar el sendero que llega hasta la cima.
Subiría hoy contigo
alguna loma, alguna cuesta
pero no, no el cerro
porque el puto cerro
lleva su nombre.
Llueve en París
Hace 1 año
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