Un barco encalla en Aysén
Con doscientos cuarenta y cuatro vacunos
que eran trasladados
en doscientas cuarenta y cuatro
cabezas
y una sola jaula
para 244 vacas viajeras
que cruzan el Pacífico hecho ruinas
y las nubes australes les entraban por las narices
a enfriarles el corazón hirviente de gusanos
y la marea las mecía para dormirles
las ubres ulceradas de tanto rozarse
unas con otras
y con el hielo que traspasa todo
y el perro del navío las recorre una por una
para contarlas
y predecirles con el olfato cuán cerca está la muerte
como consuelo
y la sal les penetra las ancas
y se duerme en sus lomos tiesos
la sal que es el gramo final
que sus cuatro patas hechas para el juego
los prados y la ternura
no pueden soportar
Y van cayendo una por una
con un graznido silencioso
el resto las mira con distancia
su olor es solo un gran olor
son solo una en este suelo desviado
afuera se oyen unos hombres
mientras cierran los ojos
mientras calman sus colas
mientras exhalan las nubes
y en sus venas palpita el ser libres
y sus gusanos escapan de la carne
buscando el antiguo aroma
a la ternura
al prado
al juego.
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