Si he de odiarte esta noche
de cuarto creciente
te odiaré con todo lo que usé para tocarte
con todos los velos con que cubrí tu cuerpo
al reposar sobre mi vientre río abajo,
si he de odiarte esta noche.
Todas mis estatuas cargan tu rostro melancólico
una mano se afirma de mis hombros
mientras tu ausencia es la vertiente que nos arrastra al precipicio.
He de odiarte esta noche
como aborrecen los salmones su cuna
y escupen mientras nadan río arriba,
he de odiarte esta noche.
Somos desconocidos a la deriva
el río torrentoso nos muerde los pies
no sabemos si son serpientes devorándonos
porque es de noche y no sabemos
de nada más que de estas manos apretadas
que nos mantienen con vida.
Te odio esta noche
en que tus cabellos rizados se elevan bajo el agua
como un recuerdo
esta noche te arrojo al caudal
para que te atrapen mis raíces infinitas,
te odio esta noche.
El lecho se vuelve musgo
la orilla está cerca y yo en tus hombros
acaricio el cuello que te mantiene vivo.
He de odiarte esta noche
de cuarto menguante
en la que cargas a Cristo a través del río sin saberlo
mientras yo sigo sobre esta balsa
como un desconocido repitiendo eternamente la caída,
río abajo
repitiendo eternamente la caída.
Llueve en París
Hace 1 año
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