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Una historia

lunes, 9 de septiembre de 2013
Recuerdo aquella vez
que viajé al sur
te gustaban los pingüinos
así que te traje un pingüino
a mí me gustaban las ovejas
así que me traje
cosas tristes
a él también le gustaban
a él le traje
el sur entero. 

Recuerdo cuando subí a un caballo
y no quiso partir
yo no me atreví a decirle nada
estar arriba de él
resistiendo volver al mar
era suficiente. 

Alguna vez te dije
que te traería un regalo
no querías
no, dijiste,
no quiero
no quiero
por eso aún tengo el pingüino
él nunca me dijo
qué quería
yo adiviné la oveja
en su mirada de cordero oscuro
o tal vez tú me lo sugeriste
o el sur entero era para mí
y me confundí. 

Recuerdo un día que fuimos a la plaza
él me dijo
que estaba en mis manos
el futuro, no él,
porque él no estaba en mis manos
yo empecé a fumar
y así llegué, fumando,
a vomitar a mi pieza
en el camino de regreso
las luces cambiaban de rojo a verde
yo no lo notaba. 

Ayer pensé en el sexo
yo estaba caminando
y se me apareció el sexo
el sexo
te diré que no sé si me puse a llorar
o no
pero mi cara tomó
una forma de congoja. 

La verdad es que sí lloré
si hubieras estado ahí
habrías dicho "estás llorando"
pero no hubo lágrimas
ninguna
sólo cara
y en mis mejillas
una miniatura del sur. 

Recuerdo una vez
que pensé en decirte la palabra
la palabra
ahí entendí 
que nos encaminábamos al fracaso
al final terminé diciéndosela a él. 

Ya no digo la palabra.
Las ovejas, los pingüinos,
me soplan un viento repleto de sur
ése que entero se ha clavado
entre mis ojos
a veces te miran
recuerdo haberlos visto
a ti y a él
resistiendo este poema
en tantas plazas
dibujada mi congoja.

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