A Saúl Gómez
Dime por qué te callas
¿sabes por qué?
como si hablar fuera un solo ruido
que abre un cráter en el cráneo al que llamamos lengua
al que llamamos palabra.
Pero callar no te sienta
explícame por qué
por qué nos sientan algunas cosas tan leves
como un color, con suerte sombra, bajo los ojos
o en las mejillas
o de reflejo en un destello en el vidrio del reloj.
Yo no tengo nada que brille,
porque la luz se asemeja a decir algo.
Dame a mí lo que no dices
lo que el ruido de tus infinitas fibras musculares
el roce de la sangre al llegar a tus dedos y dar la vuelta
dice por ti.
Explícame por qué
nos sientan cosas tan leves como la sangre
y otras nos quedan sueltas.
A esto prefiero llamarle misterio.
Otro:
¿cuántas veces puede el sol entibiar
la nariz de un joven muerto
antes de sentir vergüenza?
¿Cuántas mañanas puede un muerto
callarse hasta ser escuchado?
¿Y por qué siquiera amanece
en la pieza donde ayer dormían y hoy se azulan
estos jóvenes y quiénes son?
¿En qué minuto el sueño da paso
y transmuta en un silencio?
Dime
por qué te quedas callado
como si fuera otra noche de copas
en la que no bebemos para olvidar
en la que bebemos para merecer.