Stand up 1: the Buckingham Palace lover
viernes, 5 de mayo de 2023
Tierra firme
miércoles, 28 de diciembre de 2022
Para este desafío
escribiré sobre una palabra sin decirla,
el idioma se conduce
por la vertiente entre nosotros
toda ella es penumbra
nuestro aire es el sol cuando desaparece
y en el suelo de tinieblas
tus raíces y las mías se detienen
sin tocarse drenan un mismo cauce
aunque en el agua turbia no se note
el torrente es distinto alrededor de sus esquirlas
en el mío rueda la gravilla entre los peces
en el otro, tuyo,
se detiene el sedimento para que se escondan
los cangrejos.
«Todo es submarino»
comenzando por el pasado que termina
en la arenilla envolviendo tus manos con las mías
bajo el agua
en un eco.
Cuando me golpea tu reflejo
me remuevo.
Si te toca mi rumor
te oscureces.
A lo lejos, con el tiempo,
¿crecerá el río en un desborde
arrastrado por el lecho que estiramos?
Así, sumergidos en silencio
pudiera yo igual sentirte cuando en un brote gris
se asome tu corteza humedecida.
Y pudieras tú también notarme
remeciendo a los peces desde la otra orilla.
En esta gran corriente
cada día más ancha
invocaremos un mar en el que hundirnos
en su extrañeza,
el frío es cálido si es un mismo frío,
el viaje subacuático
de un lenguaje indecible
no porque no haya palabras ya creadas
sino porque el agua es gruesa en la penumbra del ocaso
y el sonido no viaja sin oído
y las voces no nadan contra corriente.
Pero cuando llega a mis pies
descanso en el sueño del agua que tocaste
aunque tú ya duermes,
sin decirme,
como si siempre hubieras sabido
que no hay palabra que cruce una tormenta.
Mi intento es más curioso,
como siempre,
recorrer el fondo del océano para girar mi liana
como un meñique
alrededor de tu parte más tosca
esperando que no se note
que no se sepa
que en ese vacío dos murmuros conversan
un adiós que no tiene fin.
28-XII-2022
Para Teo Feuerhake
En el zoológico
sábado, 8 de octubre de 2022
Cacería
línea de tiempo
miércoles, 13 de octubre de 2021
Sorprendido de que no es normal pensar en el futuro
extiendo mis brazos ante ti como geranios
para que pases sin notarme sin medirme
mientras me llevas hacia un delante inexistente
Si quieres viviremos en la cuarta dimensión
donde el tiempo es un punto ya ocurrido
donde pensar es sólo otra textura y
ambos carecemos para siempre
No digo siempre como eterno
sino como una rejilla de musgo con la que cubrir la falta.
Puedes llevarme hasta allá si así lo quieres
o aunque no quieras puedes atraerme con tu poder esférico
de cuerpos celestes en la órbita perfecta
Si lo que propones es un drástico presente
y lo que dispongo es una dialéctica ancestral
te entrego todo el futuro absorbible por tu eclipse
y así yo pueda comenzar a sentir
poco a poco a poco el vacío
como equilibrio
Olvido y memoria conversan
para omitir el fin
(-)
lunes, 15 de marzo de 2021
A Saúl Gómez
Dime por qué te callas
¿sabes por qué?
como si hablar fuera un solo ruido
que abre un cráter en el cráneo al que llamamos lengua
al que llamamos palabra.
Pero callar no te sienta
explícame por qué
por qué nos sientan algunas cosas tan leves
como un color, con suerte sombra, bajo los ojos
o en las mejillas
o de reflejo en un destello en el vidrio del reloj.
Yo no tengo nada que brille,
porque la luz se asemeja a decir algo.
Dame a mí lo que no dices
lo que el ruido de tus infinitas fibras musculares
el roce de la sangre al llegar a tus dedos y dar la vuelta
dice por ti.
Explícame por qué
nos sientan cosas tan leves como la sangre
y otras nos quedan sueltas.
A esto prefiero llamarle misterio.
Otro:
¿cuántas veces puede el sol entibiar
la nariz de un joven muerto
antes de sentir vergüenza?
¿Cuántas mañanas puede un muerto
callarse hasta ser escuchado?
¿Y por qué siquiera amanece
en la pieza donde ayer dormían y hoy se azulan
estos jóvenes y quiénes son?
¿En qué minuto el sueño da paso
y transmuta en un silencio?
Dime
por qué te quedas callado
como si fuera otra noche de copas
en la que no bebemos para olvidar
en la que bebemos para merecer.
El día que te perdiste íbamos de camino
viernes, 19 de febrero de 2021
El día que te perdiste
yo caminaba de tu mano.
No nos encontraban.
No se encuentran dos gotas de agua sobre el río.
Éramos dos, el fenómeno era diferente
al de sólo compartir un nombre
también era un abismo:
allá tus campos, acá mi mirada
compartían una mano en este trance gemelo.
Si todos los nombres del mundo fueran como el nuestro
ellos comprenderían el juego de perderse
nos buscarían en los puentes y no debajo
en la entrada del zoológico
en la carretera mirando el valle
en la madrugada
en la caleta al amanecer entre los congrios
en el cénit que se arrodilla sobre un glaciar
en la pupila del ciervo
en la gota de cordillera donde nace el río
no bajo el puente
no en la escarcha
no bajo la gravilla donde quizás se asomara nuestra piel
ahí, no en los jardines,
verían nuestras dos manos atadas
porque íbamos de camino al horizonte.
Tú decías mis consonantes para que me dejara arrastrar
y luego, un poco más allá, yo te arrastraba a ti
sólo con sonarlas.
Si tomábamos un atajo
- quédate -
era igual a detenernos.
Nos llamaban con nombres
- espera –
pero no eran el nuestro.
El día que te perdiste
íbamos camino al río
en el cielo un amanecer
nos entibiaba los labios
escuchábamos sus voces
- siéntate –
mientras nos tomábamos las manos
azules
para entrar en el agua.