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¿Sigues despierto?

martes, 21 de julio de 2015
Más bien sigo amaneciendo
cuando el metro se detiene en tu estación

estoy recorriendo el mapa completo
de esta ciudad
para no andar por las pocas calles que caminamos
pero que estiran sus dedos hacia las otras
como el hongo crece
por la nervadura de las plantas

a veces presiento que se deviene el destino
y entro a algún café
para que pase por fuera sin verme
y sin darme cuenta pido lo mismo
que cuando me confesaste que tenías miedo

un aparato pálido como esta misma derrota
me enrostra todas mis claves
y todas son el opus del nocturno
que toqué para ti.

Ya ves
son cientos de amaneceres por minuto
son miles de formas de recordarte
y ni siquiera una
para hacerme dormir
y responderte que no
que no sigo despierto
que duermo profundamente
de una forma que ni tú podrías despertarme.

Miento
a veces esta idea 
de enterrarte entre las constelaciones
sí es como dormir
pero es más como el ritual con el que nace el sol
-primero sobre ti
y una hora después sobre mí-
sólo que es un rito aún más constante:
un día podría no salir el sol
y yo aún sentir
que entre mis montañas canta
el gallo anunciando tu partida.

Sí,
sigo despierto
y despierto una y otra vez
con cada rayo de luz
que emerge interminable
de todas las cosas.

Sinfonía

domingo, 19 de julio de 2015

El 7 de mayo de 1833
nacía Johannes Brahms
y ciento ochenta y dos años y un día más tarde
tú sostenías una pluma para...
¿para qué?
¿la sostenías para sentir su peso,
la sostenías para dejarla caer?
¿la sostenías para untarla en tinta
y untar luego la tinta en un retazo de palabras profundas?
¿para sumergirla en las profundidades del océano,
en las humedades más recónditas del bosque
y así, cubierta de restos de hojas y peces
entregármela en las manos?

Lo que sí sabemos que ocurrió
es que ciento ochenta y dos años y un día más tarde
dibujaste la esperanza entre mis ojos
sin yo saberlo
justo entre mis ojos como la bala del francotirador
y así
yo sin saberlo
fui fusilado ciento ochenta y dos años y un día después
de que quizás en qué cuna o qué burdel de Hamburgo
Johannes Brahms naciera
y entre sus ojos como a un francotirador
se le cruzara nuestro destino.

Tú que quieres hacer caso omiso de estos designios
levanta la pluma entre tus dedos
siente su peso
déjala caer
úntala en la tinta y luego la tinta en retazos de palabras
sumérgela en las profundidades del océano
en las humedades más recónditas del bosque
y entrégamelo todo a mí otra vez como al principio.

No debes dudar ni un segundo
a veces sólo necesitamos
ciento ochenta y dos años y un día
para encontrar lo que nos pertenece.

Dos arañas de jardín

lunes, 13 de julio de 2015
Dos arañas de jardín
entraron por mi ventana
una era pequeña como pétalo de manzanilla
y permaneció inmóvil durante la caza.

Entró asustada por la lluvia
y en su apuro se posó sobre una gota
una burbuja conserva en cada pata
y ahora parece una estrella que flota.

La otra sin ser mucho más grande
vestía un cuerpo más robusto
y de tan recia era cancina
gris, tardía y lastimera
su quietud no era ágil
como la de su compañera
marchaba con pasos invisibles
y en cada paso se pintaba
de invisible polvareda.

Ambas cazaban el mismo insecto
y tenían, a su modo,
una forma de esperarlo.

Era el insecto de la ausencia
que amenazante se arrastraba
de mi cama hacia la cabecera.

Con la delicadeza que se sostienen
las cosas dulces del jardín
las atrapé en un vaso de cristal
una primero
la otra después
-no fuera la primera
a devorarse a la segunda-
y así las eché a volar
de vuelta por la ventana.

Habrán caído con desmesura
en alguna hoja o en alguna piedra
o en alguna rama se habrán posado
con suavidad sobre la espesura.

Ya mi cama es nido de ausencias
y la ventana he cerrado con seguro:
¡tengo temor a las arañas!
ahora puedo dormir
sin miedo alguno.

Cosas que deberíamos estar haciendo juntos pero no hacemos porque estás lejos

domingo, 12 de julio de 2015
Sentarnos
estar sentados
frente a frente con el mar amenazante
imaginar, los dos lo mismo:
que una ola brota del principio de la Tierra
hasta nuestros ojos
y es como la cordillera o más alta
y avanza en silencio hasta devorarnos.

Sobre ella viene
un barquito desde China
y dentro de él viene sentado
un chinito

-en su caña cuelga un pez
de esos con bigote-.

Caminar
fijarnos un objetivo:
"¡busquemos sopaipillas!"
y marchar:
a las casas les brotan chimeneas
la neblina está hecha del humo que respiran.

El cielo es gris sobre los techos
y bajo sus aleros se asoman
señoras con una taza entre ambas manos
las tazas están esmaltadas
tienen un diseño de arreboles y pájaros.

De las tazas germina otra humareda
y de las bocas de las mujeres una tercera
nos reímos
el vapor de nuestro aliento aporta a la neblina
la humareda se abre y se revela un gran cartel 
que vende manteca y zapallos

-somos una locomotora que se aleja-.

Estar de pie
esperar de pie en la cocina
las ollas están puestas
la estufa ya calienta el comedor
no hay trabajo por hacer
esperamos.

Me distraigo en los olores que quedaron suspendidos
tú te distraes mirando los condimentos
me abrazas y hueles a todas las especias.

Suena la tapa de una olla
que en realidad no es de esa olla
(nunca la encontramos)
me dices
"que esté hirviendo no significa que esté listo".

Está listo
comemos de pie
se cuela el silencio porque dejamos la puerta entreabierta
(no cierra bien)
y lo aspiramos despacito entre los dos
hasta quedar mudos.

Seguimos esperando

-se cuela otro silencio por la puerta
se acuesta con nosotros
lo abrazamos-.

Hoy estás lejos
todas estas cosas tendrán que postergarse
tal vez debería hacerlas solo
y abandonar esta cabaña tan oscura 
en la que ya he clavado las fotografías 
de todo lo que no hemos hecho 
-el pez dorado colgando del anzuelo 
la locomotora atravesando la montaña 
la cama vacía repleta de fantasmas-

pero ya sabes
que sería inútil

-como esta península 
queriendo atravesar entero el mar-.


Cosas que se mueven

miércoles, 8 de julio de 2015
La llama de la vela
las migajas que cargan las hormigas
las sombras al atardecer
el polvo que se junta en la cornisa
las nubes a lo lejos
las banderas
los hielos del glaciar
la lava bajo el manto de la tierra
el vapor que sale de la boca
los labios
las vertientes
el aceite en el sartén
los ojos al mirarse fijo
el corazón
las arterias
el rebaño de ovejas en la tundra
las crías de la liebre bajo tierra
la langosta en el acuario
las tenazas que la escogen en la muerte
los humores de los cadáveres
las orugas que marchan sobre los epitafios
las carretillas con arena
los tambores con agua para las flores
los pétalos de las flores al desprenderse
una lágrima que se evapora
el silencio
la eternidad de las praderas
el tiempo en los canales magallánicos
el puelche que se cuela en la nariz
los pájaros
los aviones que te alejan
las señales de socorro
la ausencia devorante
los poemas
las manos que se toman
que se sueltan
que se toman, se sueltan
y no vuelven a tomarse
que se sueltan y se toman para siempre
la espera
el retorno
el tiempo mientras gira un remolino
la lana en las bufandas al correr
el corazón al recorrer el pasado
las arterias al pulsar hacia el presente
una lágrima por la diferencia
los girasoles.

Algo se mueve adentro
cada uno de mis dedos
las estaciones reflejadas en mis pupilas
la pregunta de si bajo la tierra
las napas murmuran tu nombre
la duda
que recubre todo.

Lo que sea su cariño

lunes, 6 de julio de 2015
Discúlpeme usted
que lo moleste
yo trabajé toda la vida
no piense otra cosa
toda la vida de guardia
acá en estos barrios
así me gané esto que tengo en la frente
ahora nada
pensé lavar algunos autos
pero los jardineros ya los lavan
yo le pido
cualquier cosita
lo que usted pueda
lo que sea
que necesito comprar un balón de gas
para cocinarle a los hijos
¿usted tiene hijos?
no qué va a tener hijos
se ve muy lolito usted
oiga tiene el bolso abierto
no sé si puede ayudarme
yo trabajaba acá mismo
ahora es muy difícil
cualquier cosita
lo que sea su voluntad
lo que sea su cariño.

Ave Migratoria

viernes, 3 de julio de 2015
A Cristóbal
Te marchas sin retorno a los Estados Unidos
un avión regresará y te traerá en su vuelo
pero no será retorno
ni quiero que regreses
porque así como el pájaro al terminar la migración
vuelve al acantilado
con rastros de un polen tan recóndito
que ni las rocas ni los elefantes marinos
lo reconocen por su nombre,
no debes tú volver
nunca de la tierra que te espera.

Quédate allá para siempre 
que tu sangre tibia
se consuele bajo el abrigo negro de los callejones
que tu risa de pantano
descanse entre las secuoyas
que tu beso tan prudente
se pose cauteloso sobre el águila.

Vuelve
pero que no sea tu rostro meditabundo 
el que descienda:
cúbreme con pestañas transparentes
para observar la leve danza 
de tus pupilas.

Que vuelva tu voz en otra voz
que retorne tu cuerpo y no tu nombre
que esparzan tu sangre los volcanes
que tu risa brote aguda de los alerces 
que el cóndor te cubra los labios
con sus gruesas plumas de derrumbe.

Y al encontrarte
como una aparición entre la gente
recógete bajo mis alas novedosas 
siente mi graznido renacido
que me verás a mí también como llegando 
y mi piel hecha el nido de la ausencia.

Vuelve con el murmullo de los pájaros 
vuelve
con los ojos anegados de océano
vuelve
sólo no regreses nunca.